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¿En qué año empezó el sorteo de Navidad?

. En 1818 se organizó un sorteo especial coincidiendo con la Navidad con el objetivo de recuperar para las arcas del estado parte del aguinaldo que entonces se ofrecía a los funcionarios públicos.

Desde 1839 este sorteo empezó a celebrarse regularmente y comenzó a ganar popularidad a medida que el país se iba desarrollando, extendiéndose el trabajo por cuenta ajena y, con ello, también los aguinaldos.

El caso es que desde mediados del siglo XIX el sorteo más importante del año ya era el de Navidad, aunque no recibió oficialmente este nombre hasta 1897.

¿En qué año empezó el sorteo de El Niño?

Si con el sorteo de final de año el objetivo era recuperar los aguinaldos, con el primer sorteo de año nuevo el objetivo era recuperar parte de los premios que se había distribuido en el sorteo de Navidad.

Esto comenzó a hacerse en la década de 1880 y desde entonces el sorteo del Niño ha ido cobrando cada vez más importancia, siguiendo el camino marcado por el sorteo de Navidad.

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EL FIN DE LA LOTERIA PRIMITIVA

La primera lotería española llamada posteriormente Lotería Primitiva, tuvo su fecha de nacimiento en 1763. Casi cien años después, exactamente en 1862, esta lotería desapareció. Lo hizo, además, de un modo inesperado y brusco.

¿Es posible arruinar a Loterías y Apuestas del Estado?

Esto ocurrió, dos veces en 1832, cuando la Dirección tuvo que repartir en premios una cantidad mayor que lo que recaudó.

En el sorteo del 27 de enero de 1862, un jugador apostó mil resales a un terno y ganó.

Las alarmas volvieron a encenderse en la Dirección, pero la situación se hizo todavía más inquietante cuando para el próximo sorteo que debía celebrarse el martes 10 de febrero se advirtió que un jugador había apostado 10.000 reales un terno. En caso de acertar, este jugador recibiría un premio de 42.5 millones de reales.

Había además otras apuestas al mismo terno, de modo que en caso de que resultaran premiados los tres números de aquel terno el estado debía desembolsar como mínimo 126 millones de reales.

¿Cómo soluciona el Estado si se arruina con la Lotería?

Emitiendo títulos de deuda pública.

el 10 de febrero de 1862, Hazañas y tres días antes de la fecha del sorteo se reunió con el ministro de Hacienda para discutir la situación.

La reunión terminó a las dos de la mañana.

El mismo día del sorteo se hizo pública la decisión que se había tomado: se anuló el sorteo y, de paso, hasta nueva orden, la misma lotería.

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HISTORIA DE LAS LOTERAS

A mediados del siglo XIX favorecieron la profesionalización de los administradores de lotería.

Esto implicaba, básicamente, que los administradores tenían por delante una carrera profesional: podían empezar desempeñando su trabajo en una administración subalterna, ocupar luego una administración de segunda categoría, ser ascendido luego a una de primera, para terminar como administrador general de provincia con la categoría de funcionario, todo ello según la capacidad de venta y de antigüedad.

Entre estas demandas, la más destacada era su asimilación al cuerpo de funcionarios de Hacienda y, con ello, el derecho a una jubilación retribuida al cabo de ciertos años de servicio.

Que derechos tenían los administradores de lotería

Estos derechos los consiguieron en 1814, pero los perdieron cinco años después de la muerte de Fernando VII. Dado que ningún gobierno estaba dispuesto a convertirles en funcionarios, lo que se empezó a hacer a modo de compensación y a partir de la Restauración fue reservar vacantes a las viudas o hijas solteras del administrador fallecido, una práctica que inicio el camino a la feminización de los loteros.

Esta práctica de dar preferencia a la adjudicación de vacantes a los familiares de los administradores fallecidos solo se interrumpió durante la dictadura de Primo de Rivera, que, en su lugar, optó por las viudas y huérfanos de funcionarios públicos y militares.

Ya en la II República, el ministro Indalecio Prieto devolvió a las viudas y huérfanos de los administradores de lotería un trato de favor.

Doña Manolita, viudas y huérfanas

Las viudas y huérfanas de los administradores de lotería perdieron todo tipo de privilegios al terminar la guerra civil, cuando por la ley del 22 de julio de 1838.

Solo un uno por ciento de los loteros eran mujeres, en 1931 estas eran el 46 por ciento y en 1942 las mujeres ya gestionaban el 70 por ciento de todas las administraciones de lotería.

La más popular de ellas es posiblemente Manuela de Pablo, conocida como “Doña Manolita”, cuya administración de Madrid, abiertas desde 1902, fue durante muchos años la que presentaba las cifras de ventas más altas de toda España. Su rival en Barcelona era la administración que Miquel Valdés abrió en 1905.

El Casio de la administración de Valdés refleja muy bien esta cuestión de la sucesión familiar de administraciones. A la muerte de Valdés, en 1951, su hija Maria Teresa, aunque huérfana, no pudo hacerse cargo de la administración al no gozar de la prioridad de que disfrutaban los familiares de las victimas del bando nacional.

De esta forma, tuvo que buscar otra mujer que solicitaran su nombre la administración, que finalmente recuperó oficialmente en 1980.

¿Qué pasó con la Lotería durante la Guerra Civil Española?

En 1935, las ventas de loterías suponían un 1.1 por ciento del Producto Interior Bruto, lo que equivalía a cerca de un 3 por ciento de los ingresos totales del estado, una cantidad nada despreciables.

El hecho es que aquella singularidad de la lotería española, cuyas ventas aumentaban a medida que es país se iba enriqueciendo, se mantuvo hasta la guerra civil.

Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX se sucedieron en España cambios económicos, políticos y sociales de primer orden que, contra lo que se podría esperar, no solo no afectaron negativamente al mercado de loterías, sino que este se extendió y experimentó un crecimiento todavía más sólido.

Lotería una forma de financiar la guerra.

La lotería de la Republica española representa, en la economía financiera del mundo moderno, un caso verdaderamente excepcional (…) ni las revoluciones, ni las crisis económicas, ni el estado de efervescencia continuo que ha estado estremeciendo a España en los últimos años apenas parece haber afectado el éxito de la lotería. (Pierre Coste Les loteries d´État en Europe. París 1933, p.88).

La guerra civil interrumpió esta tendencia, los acontecimientos que se sucedieron durante aquellos años muestran de forma muy elocuente tanto la importancia económica de esta figura fiscal como su dimensión social.

Dos bandos y dos loterías.

Al igual que ocurrió durante la guerra de la Independencia, los dos bandos de la guerra civil explotaron sus propias loterías. Lo curioso es que las dos se llamaban de la misma forma: “Lotería Nacional”.

Si bien puede aparecer sorprendente que el bando republicano siguiera llamando “nacional” a su lotería, había razones para hacerlo así.

En primer lugar, los billetes de lotería de los sorteos posteriores al 18 de julio de 1936 ya estaban impresos y distribuidos, de modo que cambiar la denominación no tenía mucho sentido en términos puramente económicos.

La Lotería Nacional en el bando Republicano.

Los avatares de la Lotería Nacional republicana reflejan muy fielmente el empeño y los esfuerzos del gobierno legítimo para evitar o, al menos, retrasar, lo que al final resulto inevitable. Al estallar la guerra civil se tuvieron que reajustar los planes de los sorteos sobre la marcha, ante la cantidad de devoluciones de billetes no vendidos o confiscados por las tropas de bando nacional.

Aun así, se siguió con el calendario de sorteos previsto antes del inicio de la guerra.

A principios de noviembre de 1936 y ante la posibilidad de la caída de Madrid, el gobierno de la Republica decidió trasladarse a Valencia, donde empezaron a celebrarse los sorteos.

Sorteos bando Republicano.

En 1937, el gobierno republicano realizo tres sorteos mensuales, pero la marcha de la guerra, que además de la perdida de territorio implicaba también una mayor desconfianza hacia el valor de la moneda republicana, obligó a ir reajustando el valor de la emisión.

Así, si en 1936 la emisión del sorteo de Navidad alcanzó los 144 millones de pesetas, en 1937 solo suponía cerca de nueve millones. En 1938, las oficinas de la Dirección de Loterías ya se mudaron a Barcelona, a donde también se había replegado el gobierno.

Fue también en Barcelona donde se celebró el sorteo de Navidad de 1938. El último sorteo republicano tuvo lugar en esa ciudad, en concreto el 21 de enero, cinco días antes de la entrada de las tropas de Francia.

La lista de premios no llegó a publicarse. El 1 de febrero, no se llegó a celebrar.

La Lotería Nacional en el bando Franquista

La historia de la Lotería Nacional en el bando franquista presenta la otra cara de la moneda, pues si en un principio los republicanos tenían el personal, la imprenta, y toda la maquinaria administrativa de Loterías, en el otro bando se tuvo que improvisar todo.

Tras las jornadas de julio de 1936, en muchos lugares de España donde triunfaron las tropas de Franco se realizaron rifas a beneficio de los combatientes.

La improvisación y falta de control sobre estas rifas genero malestar entre las autoridades, que pronto intentaron regularlas, cuando no prohibirlas.

Una forma de controlar estas actividades era la de promover grandes rifas con sorteos periódicos y bajo la supervisión inmediata de los militares.

Lotería Patriótica de Zaragoza y de Sevilla.

Entre estas, quizá las más relevantes fueron la Lotería Patriótica de Zaragoza, de la que era responsable la Junta Recaudatoria Civil de Defensa Nacional de aquella ciudad, y la Lotería Patriótica de Sevilla, organizada por la Junta Municipal de Subsidios, cuyo último sorteo se celebró el 21 de abril de 1938.

A fin de, maximizar beneficios con la sustitución de las pequeñas rifas locales por una rifa de carácter nacional, el 13 de diciembre de 1937 la Junta Técnica de Estado, este es, el gobierno nacional, aprobó el “restablecimiento” de la Lotería Nacional, cuyo primer sorteo se celebró el primero de abril del siguiente año, en Burgos, sede del gobierno.

Para ello se utilizaron los bombos que empleaba la Diputación de Guipúzcoa para los sorteos de amortización de la deuda, al tiempo que los billetes se imprimían en una empresa de artes gráficas de Bilbao y los niños que ayudaban en el acto del sorteo eran internos de la Casa de la Caridad de la ciudad.

En estas condiciones se celebraron en Burgos más de setenta sorteos hasta que en agosto de 1939 se volvieron a oficiar en Madrid. Así, pues, durante diez meses (de abril de 1938 a febrero de 1939), existieron en este país dos loterías nacionales, con sus sorteos ordinarios y extraordinarios, como el de Navidad o el de la Cruz Roja, lo que da fe de la popularidad e importancia recaudatoria de este juego en España.


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